Un repaso por la vida de Mercedes Álvarez Morón. La colaboración de las mujeres en la causa del Libertador.

En el siglo XIX, un grupo de mujeres pasó al frente y asistió al ejército del general José de San Martín. Conocidas como las Patricias Argentinas, donaron dinero para la compra de fusiles y participaron de la confección de la bandera argentina. Nombres como los de María de los Remedios de Escalada, Tomasa de la Quintana y María Sánchez de Thompson han quedado en la memoria, no así el de Mercedes Álvarez Morón, cuya muerte se conmemora hoy.
Mercedes nació el 8 de septiembre de 1800 en la provincia de Mendoza en el seno de una familia aristocrática. “Sus hermanos, el General Bruno Morón y el Coronel Juan Bautista Morón, participaron en las luchas por la Independencia. Ella se trasladó muy joven a Buenos Aires para cursar sus estudios, donde entró en contacto con el patriciado porteño y, a través de Remedios de Escalada, llegó a contactarse con José de San Martín”, señaló Alberto Lettieri, historiador, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.
Según Lettieri, “Mercedes resultaba muy útil, no solo por su lealtad, sino por ser originaria de la zona de Cuyo, por lo que fue algo natural que se convirtiera en dama de compañía de Remedios”. Ambas mujeres formaron parte de un grupo que sería recordado por haber asistido a San Martín con sus joyas y tiempo.
“Lo tradicional eran los aportes económicos a través de las joyas para financiar la causa del Libertador. Aunque las mujeres no participaron directamente, a diferencia de los ejércitos que pelearon en las guerras civiles donde sí estaba presente una mujer de la familia del soldado”, explica Miguel Ruffo, historiador del Museo Histórico Nacional. Y agrega: “San Martín fue tajante en ese aspecto, no había lugar para ellas en su ejército”.
En ese sentido, Lettieri remarca: “San Martín tenía una concepción muy profesionalista de la actividad militar”. Es por ello que las mujeres colaboraban por fuera del ejército. “Hacían colectas, bordaban banderas y atendían a los heridos”, apunta.

En la Navidad de 1816 en la casa de Laureana Ferrari, la esposa del comandante Manuel Olazábal, San Martín solicitó en un brindis que las damas cuyanas hicieran la bandera para el ejército de los Andes. Allí se encontraba Mercedes Álvarez, quien tenía solo 16 años y, junto a otras mujeres, se comprometió a tenerla lista antes del día de reyes. Fue la única que pudo verla en la casa de Gobierno de Mendoza con el “color azul celeste que el general había pedido”, apunta Ruffo.
Poco más se sabe de Mercedes, aparte de su casamiento con Tiburcio Segura en 1828 y la fecha de su muerte. Para ella, el reconocimiento fue elusivo. Según la historiadora y escritora Gabriela Margall es complejo entender qué “procesos se llevaron a cabo para seleccionar a determinadas mujeres y dejar de lado a otras”.
“Existieron mujeres que acompañaron al ejército en la travesía, las soldaderas, y que hicieron de enfermeras, cocineras, prostitutas o las que solo se quedaron en las ciudades sosteniendo la vida como se la conocía mientras los hombres luchaban contra los españoles. Y de ellas nadie habla,” observa Margall.
Ruffo sostiene que la colaboración de las mujeres en la independencia argentina fue bastante abordada por los historiadores. Por su parte, Lettieri asegura que no hay suficiente reconocimiento porque las biografías que aparecieron en los últimos años fueron solo de las damas más destacadas. Anónimas y famosas, en cada batalla hay una mujer.